Rocha Pizarro, mayordomo de San Blas

 


La ermita de San Blas en 1910


            Estando en la capital cacereña, el sacerdote Feliciano Rocha Pizarro, en el año 1910 fue mayordomo de la Cofradía de San Blas, cuya festividad se celebra cada 3 de febrero en su ermita, al este de la ciudad, y por entonces perteneciente a la parroquia de Santiago. Don Feliciano fue mayordomo, según cuenta el periodista Germán Sellers de Paz, en su libro “Cáceres visto por un periodista”, porque siendo párroco de Santiago, no aceptó ningún seglar, como era costumbre, ser mayordomo, por lo que tuvieron que ser este cura o los coadjutores de la parroquia de Santiago quienes se erigieran como responsables de la cofradía. Le siguió como mayordomo don Desiderio Cascos Sánchez, quien en 1917 era coadjutor de la parroquia, cuyo párroco era en esa fecha don Lorenzo López Cruz.




San Blas en 2010

            Sellers de Paz escribe en su libro que ha visto el libro de Contabilidad de la Mayordomía, libro que comienza justo en 1910. Ese año, “los gastos generales por novena, fiesta, procesión, luces, etcétera, ascendieron a 72 pesetas, de las cuales, 3 pesetas correspondían a la misa del día de la fiesta y 20 pesetas al sermón”.




            Esta fiesta es una de las más populares de Cáceres y se celebra al día siguiente de las Candelas, el 2 de febrero, día del cumpleaños de Rocha Pizarro, y una gran fiesta en su pueblo natal de Hinojal. Durante las fiestas se venden las roscas del santo, muy similares a las que se venden en abril en la fiesta hinojaliega de Santo Toribio. La ermita es la más antigua de la capital pues ya hay Ordenanza que data del año 1561 y se considera que hubo otros edificios religiosos anteriores. Esta ermita fue erigida como parroquia por un decreto del obispo Manuel Llopis Ivorra el 8 de noviembre de 1958.

 

Las Candelas


            Según el estudio “Las Fiestas de las Candelas en la provincia de Cáceres” de José María Domínguez Moreno, se cree que fue el papa Gelasio, en el 496, quien instituyó la fiesta de la Purificación de la Virgen como única forma de aniquilar por asimilación los festejos romanos de las Lupercalia. Y otros dicen que provienen de una fiesta pagana romana difundida por todo el Imperio, pero el Papa Sergio viendo lo difícil que resultaba apartarlos de semejantes prácticas, tomó la encomiable decisión de dar a la fiesta de las luces un sentido nuevo: Consintió que los cristianos tomaran parte en ellas, pero cambiando la intencionalidad que entre los paganos tenían, y dispuso que los cortejos luminosos que los romanos organizaban por aquellos días y habían hecho populares en todas las provincias del Imperio, los fieles lo hicieran el dos de febrero de cada año, más en honor de la Madre de Cristo y en forma de procesiones y llevando en sus manos candelas previamente bendecidas", explica en el siglo XIII Sergio de la Vorágine.

 

            En el periódico ABC del 5 de febrero de 1964, se publicaba una crónica de su corresponsal en Cáceres, Valeriano Gutiérrez Macías, citando al obispo Rocha Pizarro. En ella explica a los lectores del periódico monárquico lo qué fue la fiesta de “La Candelaria” de ese año: La festividad de la celebración de la festividad de la Purificación de Nuestra Señora “La Candelaria”, con su arcaísmo y recio sabor, es una estampa de bello colorido. El “día de las Candelas” todo Cáceres se traslada a la ermita de San Blas, convertida en templo parroquial, que ha sido remozada convenientemente, conservando el antiguo porche. La ermita tiene cinco siglos. Las Ordenanzas primitivas son de 1561. Hay datos de la restauración de la ermita en 1779. Además de la imagen principal de San Blas, hay otra efigie del que fue Obispo de Sebaste, ciudad de Armenia, que se conoce como San Blas el Viejo, talla de la decimoquinta centuria. Una reliquia del glorioso mártir estaba en 1783 en la parroquia de San Juan Bautista, donde se le hacia las novenas en tiempos de epidemia. Las efigies de San Blas el Viejo y San Blas el Mozo pertenecieron a las parroquias de Santiago el Mayor y de San Juan.

            El cronista cuenta a continuación cómo fue la fiesta del 2 de febrero de 1964: Después del novenario en honor de San Blas, el día de las Candelas, Cáceres entero hizo una visita a San Blas para ver la mesa de ofrendas que contenía platos con tartas, pasteles, dulces caseros, embutidos y sobre todos los riquísimos coquillos, que son pujados, y las roscas – este año de 1954 se han hecho más de 6.000-. Para adquirir las roscas se forman colas larguísimas desde las primeras horas de la tarde, pues no hay cacereño que se quede sin “las roscas de San Blas”. Luego tiene lugar el paseo por la carretera de Monroy, en el que las mozas lucen los típicos trajes de “campuzas”, con el moño trenzado de picaporte y otros trajes regionales. La animadísima romería está llena de sabor folklórico; es la primera en Cáceres. Junto a las galas y trajes de “campuzas”, es fácil ver los disfraces más festivos.



Las Candelas de 2021 (Foto: Marcelina Rivero Díaz)

            Quizá esto se deba a que en su pueblo natal cada 2 de febrero se celebran Las Candelas, una fiesta típica del lugar, con un típico folclore religioso - civil y que se puede ver si se pica este enlace en Youtube. El vídeo lo realizó la asociación “El Glorioso Mester de Picardía Viajera” en colaboración con la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura, (APETEX), de la que tuve el honor de ser su presidente fundador. 


Picar este enlace.

https://www.youtube.com/watch?v=d0iMSmSuxiY&t=88s 



Las Candelas de 2021 (Foto: Marcelina Rivero Díaz)

Comentarios

  1. Las fiestas de San Bas y de Las Candelas, en la capital Cacereña, son harto tradicionales y populares. Yo mismo puedo dar fe de ello, porque las he celebrado con mis amigos en mi adolescencia.

    Esta fiesta, además de su significado religioso, es como la inauguración de la llegada del buen tiempo. Por San Blas, ya se barrunta la primavera. Viene a ser su prolegómeno en Cáceres.

    Muy buenos recuerdos guardo de esas fechas festivas en Cáceres. Yo, como adolescente que las viví, poco me centré en lo religioso, la verdad, pero recuerdo la enorme animación del pueblo cacereño, tanto jóvenes como adultos.

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