Un hinojaliego, a Filipinas
Cualquier
paisano sabe la importancia que tuvimos los extremeños en conquistar América y
otras partes del mundo. Todos sabemos nombre como el del trujillano Francisco
Pizarro o el metelinense Hernán Cortés, ambos bajo las órdenes del primer gobernador en Indias, el brocense
Nicolás de Ovando, nombrado por los Reyes Católicos. Pues bien, Hinojal aportó
también algún que otro personaje que hizo las Indias, en este caso fue a
Filipinas, creemos que a través de México, según se muestra en un documento
fechado el 12 de abril de 1633
En una conferencia que
pronunció el agustino recoleto mexicano José Luis Sáenz,
doctor en Historia de la Iglesia, sobre “La historia de los Agustinos
Recoletos en México” remontándose a los primeros tiempos cuando
los misioneros en su viaje a Filipinas pasaban por México, que tenían que
cruzar. afrontando toda suerte de dificultades.
Para ir a Filipinas, los
españoles iban hasta Veracruz, cruzaban hacia el oeste de México y se dirigía a
coger el Galeón de Manila a Acapulco, ciudad que tengo el gusto de conocer y
que hoy es una ciudad balnearia en el estado de Guerrero, ya en el Océano
Pacífico, ciudad en la que se celebra el famoso Tianguis turístico, algo así
como la feria de turismo FITUR de España.
El conferenciante indicó que
los misioneros agustinos recoletos -entre estudiantes de filosofía, teología,
legos, hermanos y sacerdotes-, que, zarpando de Cádiz, España, pasaron por la
ciudad de México fueron un total de 53, desde la primera travesía en 1605 hasta
1663. Contó José Luis que "de
Veracruz a la ciudad de México se trasladaban los 400 kilómetros a lomo de
mula, lo mismo que de la capital azteca al puerto de Acapulco, cargando su
equipaje por más de 400 kilómetros, por lo que hay que reconocer que aquellos
frailes eran unos verdaderos héroes".
En su ponencia marcó
especialmente un momento en el que interviene fray Pedro
de la Resurrección cuando en 1637 consiguió una casa vieja en
la ciudad de México "sin registro de la compra porque no había permiso
para ello".
Esteban López publicó en México
en el año 1999 un trabajo titulado “los agustinos recoletos en la Nueva
España”, que así llamábamos los españoles al hoy México, Nueva España y en este
trabajo se cuenta que “El alojamiento en la ciudad de México, mientras esperaban la llegada de
la «nao de la China», va a implicar, como hemos mencionado, un grave problema.
Las siete primeras misiones a Filipinas se alojaron en diversas casas pequeñas
y mal acondicionadas. Algunos de sus miembros pudieron hospedarse en conventos
de los agustinos calzados. Finalmente, después de algunos intentos fallidos, en
1637 fray Pedro de la Resurrección compra una casa en los arrabales del norte
de la ciudad de México, en la calle de Santa Catalina, en el barrio de Santa
Ana, cerca del puente de Tesontlac. No obstante, esta primera casa u hospicio
(lugar de acogida para los religiosos que iban camino a Filipinas) va a
resultar inadecuada con el paso de los años, especialmente por su ubicación en
las afueras de la ciudad y por lo ruinoso de su estado, según reseña en otro trabajo el agustino
recoleto Enrique A. Eguiarte Bendímez.
Es muy probable que nuestro paisano
hinojaliego Domingo Herrada fuera a Filipinas cruzando el Atlántico, llegando a
Veracruz y andar los 400 kilómetros que llevan Acapulco y tomar el galeón de
Manila. En este galeón vino a España el famoso mantón de la Manila, aunque era
procedente de China.
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