Esther Cabezalí, una maestra de Hinojal
Esther Cabezalí Corrales fue una maestra en Hinojal que
ejerció desde 1950 a 1957, según me cuenta su hijo, Alejandro Morán Cabezalí,
que actualmente reside en Baza (Granada) y primo del que fuera alcalde de Aliseda José Luis Cabezalí. El compañero en la escuela
"masculina" se llamaba José Burgos Burgos y la esposa de éste llevaba por apellido
Arias, María Arias Breña, hija del médico de Hinojal don Pedro Arias Méndez. Los hijos de este matrimonio
eran Pedrito y Marcelino; con éste, Alejandro compartió estudios y vivienda en
Sevilla, al principio de los años70.
Alejandro Morán
Cabezalí estudió Bellas Artes casi por recurso para tener una carrera. De 1977
al 1979 vivió en Madrid, en la Avenida de Portugal, con vistas al Paseo de
Extremadura, edificio Lisboa, donde veía y se trataba con el actor Manuel
Aleixandre
Su madre, Esther Cabezalí Corrales, vivió
en Brozas, donde hizo su primera comunión en el Colegio de la Doctrina
Cristiana, según reza en su recordatorio, el 15 de junio de 1928.
Así la define su nieta, Violeta,
hija de Alejandro, quien estudió griego en Málaga y escribió y diseñó una
pequeña biografía de Esther en griego y español (por cierto, era para un
concurso y lo ganó). La biografía se titula: “Superando con voluntad”:
Apenas conocí a mi abuela. Mis pequeños recuerdos y lo
que me han contado de ella me hacen saber que fue una persona maravillosa. Una
mujer digna de admirar, una de las muchas valientes que lucharon para superar
las dificultades mirando siempre hacia adelante.
Mi abuela nació (el 1 de septiembre de 1918) en Argentina, cuando
mis bisabuelos tuvieron que emigrar a Buenos Aires buscando una vida mejor. Al
cabo de unos años pudieron volver a España y mi bisabuelo Alejandro, que tenía
unas ideas atípicas para la época, permitió estudiar una carrera a cinco de sus
hijos, cuatro de ellos mujeres.
Mi abuela estudió Magisterio
y con 18 años ya tenía su plaza. Gracias a su gran fuerza de voluntad y buscando
mejorar su situación aprobó unas oposiciones para convertirse en funcionaria,
puesto que tuvo que abandonar más adelante ya que durante la dictadura no
estaba permitió que las mujeres casadas trabajasen como funcionarias. Afortunadamente
esta ley se abolió y pudo regresar de nuevo a su trabajo hasta que se jubiló.
Mientras tanto tuvo que
superar muchas otras situaciones complicadas. Mi abuelo era un mutilado de
guerra y no podía trabajar, por lo que mi abuela tuvo que ser madre y padre y
sacar a toda una familia adelante. Además, en un corto periodo de tiempo, tuvo
que enfrentarse y superar un cáncer de mama y otros problemas de salud. Aun
así, ella nunca se rindió y siempre luchó por conseguir lo que quería. Incluso
llegó a sacarse el carnet de conducir a los 50 años para ser más independiente.
Para mí –dice Violeta- mi abuela Esther
es todo un ejemplo de superación y, aunque apenas compartí momentos con ella,
me siento muy orgullosa de lo que fue y lo que logró en aquellos tiempos tan
difíciles.
Una anécdota que se contaba en casa de los abuelos de
Alejandro, era que cuando a su madre Esther le dieron su primera plaza de
maestra, en Cabañas del Castillo, a su abuelo se le cayó el alma a los pies,
pues dejó a su madre montada en un burro con un lugareño, para acercarla al
pueblo.
Alejandro Morán
Cabezalí me cuenta que “como mínimo, mi madre y mi tía estuvieron viviendo
en Brozas, entre 1928 y 1931, como lo atestiguan los dos recordatorios de las
comuniones de mis tías Delia y Florinda. Creo recordar que mi madre estudió
algún año más en Villafranca de los Barros. Mis abuelos eran de Santibáñez el
Bajo. Emigraron a Argentina a principios del siglo XX, él -de nombre
Alejandro- estaba en Buenos Aires (donde se casaron y nació mi madre), y
ella – Gregoria- en Mar del Plata. Lo único que conozco es que mi abuelo
trabajó de "mandadero" (cuando niño y adolescente y pertenecía al
Servicio de Correos)”.
La experiencia de vivir en Hinojal
Mi informante me cuenta de su experiencia en
Hinojal que “vivíamos de alquiler en una casa grande con "doblao" y
patio, donde todos los años había "matanza", también teníamos conejos
y gallinas. Como la casa carecía de retrete, nuestras necesidades las
efectuábamos allí. Mi hermana recuerda que las gallinas acudían a picotear mis
heces. Sin agua corriente y solamente con dos horas de luz eléctrica al
anochecer, que entre otras cosas mis padres aprovechaban para oír la novela en
la radio”.
Partes de las fuerzas vivas eran los maestros
- el compañero de mi madre, Pedro Burgos Burgos-, el médico, el boticario...
“No estuve escolarizado. Según mi hermana
María Delia, iba a una escuela particular. Iba a veces a la escuela
"femenina", donde mi madre era maestra. Recuerdo en el recreo, el
reparto de leche en polvo, "leche americana" y del queso del mismo
nombre. La leche venía en unos grandes cartones de cartón, con una arandela
metálica para cerrar, con la que los chiquillos fabricaban aros, para rodarlos
con una "guía" de alambre. También los niños mayores, se subían a una
escalera y cogían para mí, huevos y pajaritos”.
Paseaba con su padre a una zona en las
afueras donde hacían las eras. Le montaban en los trillos. “Una vez, ingenuo
de mí, estuve a punto de coger un alacrán, pero mi padre me apartó enseguida”.
Alejandro tiene una hermana, María Delia, dos años mayor que él, también
maestra, se hizo una foto en su antigua casa de Hinojal, foto que aún conserva
y que la ha coloreado
Recuerdo los viajes desde Cáceres a Hinojal
pasando por los riberos del Tajo, donde la gente se mareaba y vomitaba. Se tardaba
una hora en aquellas viejas "tartanas". También me acuerdo del lugar
de la parada. Cuando pasé el sarampión dibujé muchos "guarros" y los
pusieron alineados en la parte baja de las paredes, para que pudiera verlos.
Tras publicar este blog, me escribe Pedro Burgos Arias y me cuenta lo siguiente:
Me ha gustado
el relato de Esther Cabezalí. Yo la conocí, así como a su marido Modesto y sus
hijos. Soy Pedro Burgos Arias "Pedrito, del relato", Mi padre era
José Burgos Burgos, el maestro compañero de doña Esther, y mi madre María Arias
Breñas, hija del médico don Pedro Arias Méndez, mis hermanos, además de
Marcelino, profesor de Bellas artes como Alejandro, que coincidieron en Sevilla
en la escuela por ser "quintos", también tenía a mi hermana la mayor,
Filomena "Filo" para el pueblo.
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