El convento de San Antonio de Padua de Garrovillas

 



 

            De vez en cuando voy a mi biblioteca de temas extremeños y repaso alguno de los numerosos libros que tengo para estudiar temas de Hinojal que sean poco conocidos. En este caso, di con el que publicó el cronista oficial de Garrovillas de Alconétar, José María Velaz Pascual, en el que trata sobre un interesante estudio histórico artístico del convento de San Antonio de Padua de Garrovillas, un precioso edificio en ruinas, que está en la lista negra de Hispania Nostra, la asociación a la que tengo el gusto de pertenecer y cuya filosofía es la de defender, promocionar y poner el valor del patrimonio cultural y natural, a los que considera como vector de desarrollo social y económico de las regiones.

 




José María Velaz, licenciado en Geografía e Historia en la especialidad de Historia del Arte por la Universidad de Extremadura, hace un interesante estudio de este atractivo monumento de su pueblo y el 23 de mayo de 2007 me dedicó su libro en Garrovillas. Y releyendo este magnífico trabajo encuentro una relación con Hinojal, del pueblo del que también tengo el honor de ser su cronista oficial, una relación que data del siglo XVIII y que vamos a desvelar a continuación.

 

El convento se creó en 1466 por los primeros condes de Aba y Aliste mediante una bula de fundación fechada en Zamora. El 11 de octubre de 1497 pernoctó en él Isabel la Católica y allí le dieron la pésima noticia del fallecimiento de su hijo don Juan, el primer Príncipe de Asturias.

 

Referencias a Hinojal

 

Y escribe Velaz Pascual: Años más tarde, y dada la creciente importancia que el convento adquirió se vio la necesidad de ampliar la comunidad de los clérigos, así como el de sus dependencias. Se elevó la limosna a veinte fanegas de trigo, treinta de cebada, que junto a las ventas y limosnas procedente de los pueblos que integraban la guardianía (Acehúche, Ceclavín, Hinojal, Navas del Madroño, Portezuelo, Santiago del Campo y Talaván) contribuían al sostenimiento de la Comunidad, que en el siglo XVIII llegaría a contar con 22 sacerdotes, tres legos, tres donados y tres sirvientes”

 

Y a continuación es cuando este cronista de Garrovillas cuenta la relación con Hinojal: No es menor el entusiasmo de la devota doña Leonor de la Serna por la orden franciscana que en 1626 hace una donación de unas casas en Hinojal “para que se hospedasen los Religiosos que iban a predicar y a pedir limosna”. Añade algo más sobre esta señora con datos sacados del Archivo Diocesano de Cáceres: “Sabemos por una visita de 1637 que Leonor de la Serna, vecina de Garrovillas, difunta ya en esta fecha fundó una memoria de misas en la parroquia de San Pedro. Era esposa del licenciado Alonso de Cáceres”. Solicitó 30 misas por su ánima y 20 para su marido, pagándolas con una viña de la que era propietaria en la zona de El Palomino.

 

Otro Alonso de Cáceres, quizá familiar del primero, y natural de Alcántara, fundó el 8 de diciembre de 1537, con el nombre de Nueva Valladolid de Comayagua, la primera ciudad de Honduras, Comayagua, que tuve el gusto de conocer en profundidad gracias a mi intervención en el XIV Congreso Internacional de Turismo Religioso que se celebró en septiembre de 2018 en esa ciudad. El viaje de la vida: Comayagua, la ciudad más antigua de Honduras (pacorivero.blogspot.com)




 

Este convento recibió a mediados del siglo XVII una importante reforma restauradora y se amplió el edificio dándole un gran lustre artístico. La obra se hizo a partir de 1650 por don Luis Enríquez de Guzmán, noveno conde de Alba y Aliste, quien fuera virrey de Nueva España (México) y de Perú.

 

En la lista roja de Hispania Nostra se dice que el convento fue desamortizado y, en enero de 1843, fue destruido por los propios vecinos de Garrovillas que buscaban supuestos tesoros. Desde
entonces no ha sufrido más que calamidades, expolios y vandalismo.

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